martes, 10 de enero de 2012

Desde la costa del Sol

Desde la Costa del Sol
LOS CUENTOS

                                   EL CASO DE JESUS  MAÑEZ

   En aquella autopista y como si fuéramos en otra dimensión  no se percibía ni un solo ruido discordante que alterara la armonía, en la perfecta insonorización lograda en aquella extraordinaria gama de automóvil, parecía que planeábamos, a bordo de un Buig americano, rabiósamente elegante y fuerte como un tanque.A través del cristal tintado destellaban en el morro del vehículo las alas plateadas de la estatuilla del Angel avanzando a toda velocidad  hacia aquel lujoso puerto a manos del  piloto Beringüer el cual yo había conocido en las circunstancias. Al poco tiempo se ganó todos mis respetos y me acompañaría durante dos intensos años al que terminé  llamándole Maestro.
Llegamos a la cálida sala entre maderas y piedras sumergidas en el agua de manera tal que aquello era obra de un equipo de decoradores, entre el intenso colorido de los peces emergían frondosas y verdes palmeras de interior que permanecía cada viernes mientras hacíamos música; pues mi banda estaba contratada en el Music-bar de puerto Banús que dirigía Sandrinne; mujer madura, de nacionalidad  Italiana, de buen ver,  fría y escéptica mientras se mezclaba entre clientes y camareros de uniforme a través de la sala  Cohiba abarrotada.
 Dejando a un lado aquella visión lejana, la realidad  me sumía en mi primer coche; un seiscientos pintado a  pistola de mano de color amarillo, y que más bien cabalgaba entre los baches de aquella carretera que nos conducía hacia la carretera de la costa. Através de la ventanilla me veía cenando en uno de aquellos restaurantes que se anunciaban a un lado y otro de la travesía, tranquilamente sentado mientras esperaba un espléndido plato con entremeses, de arroz sofisticado o quien sabe; degustando un buen pez asado cerca y vecino de mesa de Seen Conery o la misma Madonna que pululaba por allí  en aquellos expléndidos días de verano…
En esto  me despertó el guardia invitándome al apeo a la derecha y salimos de aquel coche amarillo los cuatro tripulantes, un kilómetros antes del  trabajo .Ocurrió que en la interpretación y la traducción de las situaciones, a veces, como seres humanos y torpes de oficio, por cuestión de control y drogas aquel agente metió el perro en el maletero y seguidamente en el habitáculo del automóvil. El animal  después de husmear todo el coche (que ya había sido bautizado como Platanito). lo examinó por fuera y una vez en el interior  con el agente que abrió la capacha donde no encontró sino: Fiambre, una olla y latas de Cocacola. Destapó la olla y el perro de marca pastor alemán se acercó a la comida, siendo aquella la situación de la  provisión de un trabajador de la construcción en plena costa del sol  para aquel lunes que comenzaba.
Aunque los relatos de ficción, aventuras y sangre interesan y  tienen el lado comercial, (no por ello se eximen de calidad literaria.) en esta historia esto es  lo que pasó e indignó a Jesús Mañez, dándole dos voces al agente . _¡Aparte usted ese perro! !Aparte usted ese perro! _ Exclamando a las claras del día en plena Nacional 340. _¡Mi comida!, ¡Mi comida!_  Entre otra serie de  genuinos vocablos sobre todo al  agente más cercano en aquella  acción que le tocaron  a nuestro amigo en el alma.
Como si le hubieran violado todos sus derechos a punta de hocico de aquel perro, intervino el sargento  que se percató del drama y dejando entre manos a otro automóvil en el registro, se acercó imponiendo su cerebral y  escalafónica autoridad. La  evidencia del aspecto de aquellos currantes matutinos que en favor de los agentes, sólo había indicios de llevar puesta la ropa de los domingos  y se dirigían en el madrugón al pleno empleo del lunes por la mañana.
   El mítin de Jesús Mañéz, fue sonoro y mandó hacer puñetas a la patrulla, el sargento y al perro. No sabían como calmar a aquel hombre herido en lo más hondo de su ser  y entre disculpa del sargento y los presentes callados, la patrulla, nos pusimos en marcha en dirección a la obra, mientras poco a poco se calmaba entre la retahíla que continuaba pues nos tomaron por contrabandistas a los cuatro de la construcción en pleno centro de la costa del sol. El caso fue encubierto y fuertemente distorsionado, como siempre estamos ya acostumbrados, pero sale a la luz  por Internet por el mero hecho a fin de reclamar los derechos en la obligación un poco sobrepasada del agente y la duda de nosotros sobre los derechos del perro.