domingo, 12 de marzo de 2017

La música en la fiesta.

JuEn la ciudad de Marbella, por aquellas fechas, se presentaba Gil y Gil dando mítines, ganando elecciones, se dispuso a gobernar. Gobernó y la ciudad cambió radicalmente a cal y canto. En poco tiempo se acabaron los baches de la 340 en su travesía por el centro, avenida que habían tomado en preferencia las prostitutas en la arteria en la confluencia del tráfico de trabajadores entre la dualidad de alto turismo. El equipo de gobierno tomándo cartas en el asunto, hizo en la ciudad una ley eficiente y cercana a la seguridad ciudadana a diferencia en los tiempo anteriores, ya en democracia.
Las obras comenzaron y avanzaban día tras días, la urbe iba dejando de ser la misma. Los transformación surgía efecto en verdadera magnitud, en las fachadas desaparecía el moho sin acurela en su peor aspecto.
Las mejoras resaltaban, se dejaban ver en el resurgir de la transformación y embellecimiento —la dejadez depresiva pasaba a ser realidad ilusoria—
Donde había hoyos se vertía asfalto, las medianas de la travesía se engalanaban con atractivas jardineras aparejadas de sardinell y ladrillos tosco.
El grisáceos en las clásica losetas de las aceras, desapareció a todo color, con sus múltiples cuadriláteros. Acerado y explanadas peatonales aparecía de color azul agua marina dando un nuevo y actualizado aspecto, como si saliera de un pincel estampado en lienzo, a manos del nuevo alcalde.
Fachadas horrendas se transformaron en algún motivo decorativo. El paseo marítimo ampliado se revistió de jardines, arboledas y mármol en la revolución del urbanismo; entre paisaje de las villas esparramadas y edificios colindantes que agradecían extraordinariamente el resultado, el casco histórico permanecía en el centro con su original encanto.
El sistema se hacían eco del progreso del lugar en la España de multigobierno. El efecto Gil fue espectacular en cuanto al cambio arquitectónico y urbanístico.
La edificación entre la flora mediterránea,  palmáceas y yucas en convivencia entre el tráfico rodado y transéuntes; entre negocios y tiendas, dibujado por decoradores en paisaje a impresión de la influencia en sus artes. A todo establecimiento, atraidos por la singularidad, venidos desde todas las partes del mundo.
La atmósfera y calidez de la propia indiosincracia de la ciudad, inundada la quietud en aquella latitud plagada que se preciaba en medio del turismo en el goce del un micro clima de privilegio.

Posterior a la época dorada del turismo, favorecida con la ventaja de la peseta al cambio, llegó la crisis resintíendose la metrópolis en fechas de la entrada del euro, el nombre y la marca Marbella había quedado en rótulo congelado junto con la población estable de sus gentes. No había vida, el centro estaba lo que se dice muerto.
Urbanizaciones y hoteles en extrarradios, locales de lujo en periferias, pero el casco urbano se resumía en cafeterias y gente de paso, el tímido devenir de los turistas. Los emprendedores y la inversión a alto standing, nada que ver con la economía real de las gentes donde se resentía la economía de ambiente y vida de la ciudad.
Había bares, por no haber, no había ni la típica bodeguita donde tomar el chato de clase media.
Precisamente un empresario por aquellas fechas apostó por ese tipo de establecimientos a precios campechanos y fue (creando) el ambiente. Coincidía, el amigo, un currante de a bordo, con altura de miras hacia la gente corriente, llegó a montar varios negocios coicidiendo con aquella maquinaria política, apisonadora de la anterior y apostando en paralelo por las gentes. Mientras se revestía a todas miras, pero fueron estos establecimientos los que gozaron y acapararon el ambiente en formación del calor del ocio.

Entraría una nueva corriente, sin parangón, la gente se ilusionaba y dejaba atrás una depresión contagiosa inmersa en las entrañas de la población nativa.
La música resurgió en la ciudad, la de siempre, la popular y la de toda la vida implantada en cada plazoleta y calles cuando llegaba la feria. Se contrataban duos, trios y grupos en cada esquina, calles y plazoletas en la feria de día, la ciudad recién reformada se convertía en todo un poema, atrás quedó la afonía.
La música tradicional de fiesta reverberación de las mismas paredes en plazoletas y glorietas. Mujer con flor en piel, el gentío vibraba, los cantantes  ponían su canto se hacía posible gracias a la nueva política  
La metrópolis que había acogido toda clase y corrientes de estilos por su diversidad turística se rendía en lo tradicional a la feria de día.
El cambio se hacía latente en la ciudad cosmopolitan que comenzaba a coger las riendas de su propia personalidad y se convertia en el atractivo contagioso para colmo a los visitantes y turistas.
En la capital del turismo la animación y el ambiente radicaba en el folklore del pueblo.
Aquellas ferias del centro con música popular acorde, era acogida por los vecinos nativos como agua de mayo y se convirtieron en una referencia para el turimo. Nunca se había visto una animación alegre y popular con la música de los grupos a toda diversidad en una linea recta de ida y vuelta.
La fiesta acorde a costumbres gustos y tradiciónes en los eventos se pusieron al día por un gobierno de ganas. Las mismas que habían estado en un cajón de los despachos.

P.D. Y quien me mandaría a mi estar en aquellos lares amenizando en tales comitiva del Alcalde, enterándome de todo esto, que aún estando en feria no escatimaron medios y enmoquetaron el suelo de la caseta.

Cualquier parecido con la realidad, era la pura verdad. 

P.D. En el hacer, hizo mover piezas, recursos que los que estaban y nadie hechaba cuentas. Las cuentas mismas que hoy sujetas a corrupción, pero ese es otro tema que allí se destapó y enjuició.
Hoy, desnudas quedaron las estatuas, la ciudad por las noches duerme con pijama, entre paños menores, en la historia que se repite. Los lugares que avanzan atrasan por otro lado, los atrasados se alejan según el carril que cogen teniendo con cargo el doble de distancia del  regreso irremediable.
Cuando no caminas, es el alrededor lo que se mueve hacia el lado perfecto.

P.D.2   El encalijo de la urbe le vino el cambio como anillo al dedo, el dedo al dedal y la mano de la maquinaria siguió pintando fachadas, lo del dinero, jamás se supo de ello.
     
Ante la duda de publicar o no publicar, siempre el publicador se expone, al que  lo tome mal o no lo tome. Pero a mí me sirve, la de por si le sirve de algo.

A ti Pepe, con dedicatoria.