martes, 2 de junio de 2015

Al servicio de 《Los cuentos》

Dicen que el buen escritor nunca escribe lo que le gustaria escribir, podría ser que no cuenta lo que sabe y que sabe más que se cuenta. Hay quien prefiere contarlo todo, habrá quien le importa, la lúcidez del énte o pluma con que esparce la tinta a buen pergamino o cualquier formato digital.
  Pero hay quien difiere y prefiere exprimirlo todo a fin de no llevarse nada a otro mundo, dejarlo todo a los futuros mortales y humildes por necesidad a fin de cuentas.
Hay quien prefiere la noticia profesional, genérica a la original, ya que contar la cruda realidad puede herir la sensibilidad, noticias a medida o desmedidas, dependiendo de sólo el cristal con que se mire. Contarlas tal cual expone al escribiente, hay quien lo prefiere.
  Como nó, expresarse humanamente con la generosidad de la expresión poética, eco de la mente y sapiencia, por imagen y semejanza, en altura de reducir el maltrato al diccionario, con la más suave caricia, cuan sensible abrazo de palabras.
Escritos hubo, para indicar el menú y escritos a la carta para informar ó para desahogarse, para dar, para pedir, servidos, para servirse, para la entrega a la ardua tarea de la comunicación y actitud de comunicarse.
  Escritos de los ensimismados mismísimos, del ministro ó del más recóndido de los misterios. De humor y juegos, al más sofisticado digitalizado y de simple manual del yo-yo.
Escritos de intérpretes, de interpretación, codificados, cábala , para que se sepa, o no.
Haberlos hay,  en positividad y correr el riesgo en la entrega, contar la mitad, todo, ó no contar nada, contar a medias. Contar dieciséis en dos días.
Contado en reunión, de esas que solo pasan una vez por la particularidad de los contertúlios en el justo momento, en el lugar apropiado, cuando había que estar, ocurriendo hechos inexpresables. Claro, que había de estar allí, como dijo un contertulio ya mayor, arrepentido de su plácida ocupación donde se le había pasado la vida.  Planificar, se cuenta y se reserva para otro momento, ó se imprime y se encuadena.
Contar a quien, según se quiere o se intercambia para eso es la cultura de enriquecimiento en el intercambio. Apañado está, propio del sumiso a interés del círculo que le rodea, si lo que conoce es lo que le cuentan.
Contar a quienes, a quien nó, de escritor expuesto, del que no expone, o del que sólo sé que cuenta la mitad de lo que sabe usted, qué se yo. Solo sé que sabe contar, lo que sólo quieres contar, para no contar lo que yo sé y tu no sabes, para no contar con lo que nó me permito contar. Por descontado que cada oficio es proclive,  a saber....

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