domingo, 1 de enero de 2017

Sonidos

En el correspondiente lugar que ocupa en la materia de las artes; está y me gusta, me sorprende y me apasiona, esas ondas e impulsos en el aire. Propias, diversas espontáneas y circunstanciales que se dan en El sonido.
Corresponde en los entendidos; a buen degustador de la alta cocina, catadores de las excelencias del buen vino, especialistas del sonido dentro de la música, si bien el apartado está bién diferenciado en el mundo de la sonorización en su amplio espectro acústico donde cabalga a todo tren la avanzada tecnología.

Mis andanzas en la materia se remontan a la infancia y me llamó la atención una conversación en la marquesina y dispuse mi oido fino a  un joven«al que los de mi edad le llamábamos 'mayor»'. El comentario se centraba sobre el batería de un grupo que venía aquí los sábados a tocar en el baile.
Decía que tal batería tenía tal pegada en un sonido limpio. Ni remota idea en mi imaginación, sensación y capacidad auditiva ¿Cómo se podía tocar un tambor para reproducir sonido sucio o sonido limpio, comparar y diferenciar entre aquellos músicos con todo el glamour en el apogeo de las orquestas?  . Por más vueltas que le dí, misterio sin resolver....pero un buen día, al tiempo, lo capté, le vi y le tomé la onda al sonido.
Allí estaba en todas su formas y con todas sus frecuencias, en los micro y mega Hertzios a buen catador de frecuencias que permite conocer al reproductor; poniéndole marca, santo y seña.

Por otro lado, me costó comprender cómo un sonorizador con equipos de alquiler de buena fama, me confesó un día, no distinguir esa sensación.
Aquel buen hombre me dejaba perplejo, circunstancialmente se dedicaba a eso, en otras muchas facetas. Con aquel imponente equipo nunca me despertó la sospecha en su sentido sonoro. Me confesó su límite en la materia, pero era la mía en otra faceta quizás en la comprensión la limitación de mi ignorancia.

No sería casualidad, uno de mis primeros grupos tuvo la asignación del nombre Sonidos y fui yo quien lo bautizó, con el consentimiento de los componentes donde tuve el privilegio de manejar aquella tecnología sin igual, tantos años en los tiempos de los grupos de gran apogeo. Excelente equipo y tecnología de vanguardia estuvo presente en sonorizaciones tales como casetas municipales, calle de la casa de cultura, solar del Contrito compartiendo cartel con Felipe Campuzano, Paco Gandía, amenizado por las orquestas Tony Rodel con los Shaders y Sonidos.

El año que Manolo de los Shaders contó a Gandia en el vestíbulo del escenario el chiste de los garbanzo. El mismo que el humorista  en el candelero tenía que interpretar en el escenario, minutos después de subir las escalerillas. Lógicamente el humorista se lo tomó con calma en los tiempos de los empresarios Acho y Colmena. Sonidos en aforos entrañables como el del Cortijo los Rosales aquel dia compartiendo cartel con José Velez estrella invitada en Cádiz. Sonidos estaba al servicio de la totalidad de los eventos del pueblo. Cine  Román, el Chorro, casetas municipales, de la mano de la tecnología del famoso eco Binson y aquellos bafles reflex de marca Sinmarc.

Apasionante tema que inunda los sentidos y oidos exquisitos, no apto para oidos sordos, oidos medios, o ya para colmo en el oido tísico. Ocurre tener o no El chip en el cerebro «medidor del tempo» tan importante en el músico cuando se tiene a metrónomo formando parte de la calidad profesional que distingue al individuo y le permite especializarse.

El misterio está servido, siendo a la vez, lo que marca la diferencia y le permite tomar diferentes quehaceres que determina la profesión, a veces a pesar del empeño en la discapacidad para tales faenas.
Se dan los casos de sonorizaciones en mismo sitio, mismo equipo, «resultados distintos».« Sitios distintos, resultados diferentes.» « Buen resultado en sitios infalibles», allí por donde la flauta siempre tiene la casualidad. «Los medianamente sonorizables y los totalmente impracticable».
El caso más notable me ocurrió «siendo el factor recinto» el que jugaba la mala pasadas a todos los músicos que por allí pasaron de prueba
El caso era extremo: Cena de golf, amenizar. El director exigía se oyesen los cubiertos de los comensales mientras sonaba la música. Eres generador de la misma, a la vez que saber escucharse es harina de otro costal incluido en el mismo tema.
A tal exigencia se le sumaba el secreto del restaurante, era insonorizable.
Me advirtieron, habían pasado numerosos grupos y artistas de la zona con resultado de expulsión, mas temprano que tarde.

Prueba primer dia: sufrimiento escénico, sensación, tener que comulgar el amargo resultado, poner la sonrisa de escenario,  agotador en el doble esfuerzo. Atentado contra la única arma del buen hacer: la felicidad del artista. Prueba superada pero inaguantable para actuación sucesiva.

Segundo dia: a la desesperada en busca de una solución. Truco, hice todo al revés.
La receta funcionó, el sonido era piano, agradable, eliminé el eco que el mismo recinto generaba.«¡Se podía cantar!»
A los 6 meses en aquel lugar, miré para arriba. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Ver lo que estaba viendo: ya era normal y entraba dentro del diario ver las estrellas, la luna, el firmamento a através del cristal que formaba la gran esfera en la impresionante cúpula de cristal como único paramento con que estaba construido el techo.
Puede ocurrir, el techo sea la mayor causa pero en aquel caso, único y singular, nos convertia en el mismo badajo y parte de la campana, caso que se da en los tratados y estudio en la ciencia de la campanología. Yo, sin saberlo, ni media costa del sol que pasó por allí, aún nunca jamás se supo.
  No es fácil una buena sonorización, aún poniéndole todo el potencial con calidad del equipo al empeño. Hay zonas donde la corriente llega a 190 v. en vez de a 220 v, no se trabajan bien. Se averían los frigos y las lavadoras. Las condiciones acústicas del local adversas en las que se encuentran en las naves industriales.
Por eso al exámen de los nuevos técnicos, yo incluiría la asignatura indispensable, «el factor humano como generador del audio» aunque no fuere músico, artista o cantante. Ponerle a cantar en condiciones desfavorables donde los técnicos «experimenten»  la afonía en las cuerdas vocales a causa de una mala sonorizació por desconocimiento, intrusismo u otra cualquier causa.
 Citar dos casos unido a conducta aberrante en el sonido es: Ponerse delante de un altavoz, olvidarse de la fiesta,  ocuparse en el sonido le molesta, a pesar que en la sala tenga  quinientos metros de escape. Estar de pie el sitio crítico de egocentrismo,  y lo peor: no darse cuenta.
Lo segundo: un petardo a pie de calle para colmo exponente de sonido estridente.

Si ya es importantísimo la disposición de los bafles, inimaginable es la posición del receptor, a resultados en el pabellón auditivo.
Sorprendente este 2017, llevar al éxtasis el  sonido, ese que a los músicos tanto nos gusta, que se da o no se da, a pesar de lo dicho.  Experimentado en la empresa            💠Acústicas desde 1986💠

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