Recién llegó de Ginebra después de una década como emigrante, el lugareño se fue a la feria preguntando donde estaba aquellos puestos y el baratillo que acompañaba en la entrada desde Las grullas viejas hasta los cacharros, en su pueblo con dos nombres. Curioso pero a un impresor se le olvidó poner tan siquiera uno de los dos nombres en el cartel en las fechas y ferias de los pueblos. Luego parece que se subsanó en iniciativa de la gente que protestó hasta que no se restableció. El olvido singular del impresor de oficina de un plumazo dejaba sin reputación, ni mala ni buena, como expediente x, sin ninguna.
En el real de la feria, harto de Cocacola ya, se comió un perrito que eligió cuando escuchó a una señora deslenguada diciendo que la hamburguesa era una mierda. Se dirigió a la caseta, le pareció más bien una nave de alumínio, aunque cuando llegó estaba un trio cantando, en la salida se trompezó con el sobresaliente, que no se percataba de lo notable de la gente que salía desencantando hechando de menos La carreta, la caseta de antaño. Perdió el tiket de los volaores, a decir verdad, como dicen ahora en el parlamento, para hablar está la democracia... !y cómo se tiran! cuanto más preparao están los políticos. Más fuerte, se tiran!.
Al que venía de Ginebra, le dió por contar verdá, y todo pasó sin ver de protesta ni media palabra, ni vio un sólo farolillo para toparse cara con cara-televisor y el de la cara traspuesta.
Ahora que están hablando del medio y la comunicación, tan.....tan que tanto todos quieren, según les vaya.
Mr. Ginebra aquel día de feria se preguntaba ante tanto silencio, le hubiera preguntado al mismo Santiago y Santa Ana, si estaban contentos con la feria del pueblo. Habrá lugar de darles las queja por los que durante tantos años fueron tan buenos trabajadores, servidores y pagadores y de repente los convirtieron en lo peor de los peores.
Con el calor que hacía de día, porqué cortaban la feria a las cinco de la noche?, si en Alcalá y los Barrios que pertenecían a Andalucía estaban hasta las claras del día y una llamada que tenía a las siete y media de la mañana según marcaba el smarfhon de su misma abuela en Paterna y su suegra que también estaba en feria.
Año pasao, mi amigo L. pagó un buen pellizco por los módulos, la luz y una terraza que alquiló aparte, en esto que vino un municipal y me cortó el pasodoble, a la caseta, las copas y la venta, fue tan solo uno, a modo rambo, dejándo el baile con medio pasodoble en la caseta El gordo.
Buena cuenta dio el alcalde de un pueblo cercano, aquella otra noche, que vino de incógnito cenando y se fue pensando... y nosotros adivinando. Aquello no era normal, lo que estaba pasando.
Ellos ponían velas toda la noche allí en su pueblo y se quejaban que no cabían, aquí a las dos pasaba no pasaba ya un cirio en el velatorio. Cogieron y hicieron el corto interruptus cuando más a gusto estaban ya entrando en agosto, para los incrédulos y suavones desde cuando con la brisa acaricia al perro, en el artículo del lomo adobao, hay documentación de lo increíble pero hay vidéo demostrable, la casualidad que me persigue y el alcalde del vecino pueblo comiendo un asado tuvo que abandonar el baile, ni a la una ni a las tres, sino a las dos!. En el patio del flamenco perdio aquella noche.
Y Todos ellos haciendo el agosto, no queremos ni hablar de una gente con pagas y nóminas extras quitándole a otras un jornal, en un lugar donde los egos se ponen ciegos refuñando, pero no estan locos, saben de discurso autodesdiciéndose aunque fuere o fuese reafirmándose.
Aunque difícil, dirigirse a varias coberturas, al no saber quien es quien, puesto que todos no cogen el código a la lectura, le sugirió autoanalizarse, de a lo primero y de lo de después.
El Ginebra, que conste de mote, estaba muy por encima de todo aquello, y volviendo a la feria ya no le quedaba sílaba siquiera pues también se llevaron las palabras y cambiaron duros a pesetas pero eso es otra más gorda....
.......en esto que sonó la última traca en otra terraza. Ya no había cola, ni el olor romántico del humo friendo la masa, cuando se comió el último churro.
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