Barrio de la cruz, barrio de las casas puertas de las casas blancas. Barrio de la mujer de pelo blanco. Barrio donde se cultiva la tierra, donde las arenas con cemento se hacen roca, entre pilares, permanecía el geranio el rosal de otoño, donde el banco en julio al calor de la casa.
Polvo, sudor y mimbre bajo la sombra de la enredadera, gazpacho andaluz, mesa sin prescinlar, mucha madera y palma antes de los motores cuando las calles no era la multinacional del secuestro. Cuando la vida iba corriendo y en barrio blanco todo era despacio e intenso.
El horizonte al atardecer tardaba, el amanecer blanqueaba por las fachadas a las claras. El medio día a las doce, daba paso la tarde de invierno auténtico.
La mujer del pelo blanco entre las mujeres que siguen siendo del silencio. Desapercibida entre las gentes, tan presente, fuerza de cepas y siembra, plantones y tallos entre los dones de la gente sin valor mediático.
Azotea y terraza del barrio en paisaje de una noche de eclipse milenario, al filo de la magia con la aparición de la confirmación del silencio al vuelo nocturno en un impacto del gran búho blanco.
Barrio de la cruz fuera de serie.
Bajo brazo un canasto. La mujer de pelo blanco.
El retrato que no se hizo.
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