Creo en el credo.
Creo en el país de D. Quijote y premio cervantes allí donde la providencia pone voz al poeta.
Creo en la sencilla minoría de la razón.
Creo en el día del padre, el de la madre y en el libro que nó quitaron o pusieron páginas.
No creo en los corsarios ni los empresarios que vinieron de víctimas con buenas palabras, cuando le hicimos la función ningunearon y bajaron la mirada a la apropiada riqueza. Terminaron vejándonos, ignorándonos, utilizaron la crisis más a su favor de nuestros contras.
Creo en la mancha de la camisa, mejor que la postura y compostura del cambio a camisa cualquiera.
Creo en la pirámide de los valores, en los niveles de la raza humana, la prioridad bien dispuesta.
No creo en quien elige sólo su círculo y a todos ríen aplauden cualquier gracia.
Creo en la roca del edificio del templo milenario, las verdades de la catedral, creo en la espiritualidad que vino al árbol y a las personas que la llevan a cabo en el día a día en maneras y formas.
Creo en la madera de una mesa, una pluma y un quinqué para plasmar las andanzas del hidalgo, intrigas y congeturas propias, inmortalizar con tinturas de la otra historia en esencia.
Creo en la tierra, el viento, el sol , el agua utilizada a bién sin la codicia, avaricia u omisión conque no fue contaminada.
No creo en el acondicionado aire a desaire si la buena atmósfera reinante está en el buen hacer, construir en la orientación y aprovechamiento sabio de la riqueza natural, frente al palafito especulativo e inteligente en una casa.
Creo en el caballo a vapor y tecnología frente a cohete de queroseno en dirección al vacío ingrávido de la atmósfera .
Al hombre que camina a pié por el sendero y a caballo en la sierra.
Creo en el morado del manto, en tus labios femeninos cuando estan rojos como amapola, en el decorado de los prados libres en el verde de la hierba fresca.
En mi profesor diciéndome; de un libro te beberás las páginas, cuando yo vivía pensando en mortadelo y en la tele los picapiedras.
No creo en quién no sale de un mismo círculo a comer por el qué dirán o por el qué dijeron, sin el fundamento ó por envidia, producto de ocho siglos genéticos de la peninsula ibérica.
Creo en el contador de cuentos y de humor genuino del ingreso con el valor que tenía la peseta. No creo en historiador alguno que no sea objetivo, que desprecie otra opinión para arrimar la historia a sus ascuas.
No creo en el no credo de quién no cree nada.
J. Benítez G.
jueves, 23 de abril de 2015
EL CREDO.
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