SEGUNDA EDICION (Agotado)

lunes, 6 de julio de 2015

El Gazpacho.《cuento real》

Habíamos subido al Teide aquel día con el Maestro. Se entablaron conversaciones ligeras en tertúlia de almuerzo, y
  hablamos de cocina, de gazpacho andaluz, refrito y fresco.  Utensilios, materiales constructivos, figuras geométricas acorde a utilización,  planos, poliedros con capacidad y potencial según empleo, formas, embudos invertidos, jugamos a desnudar la palabra, a divagar, a saber por las alturas.
Había dos grandes relojes en la decoración del Parador, eran idénticos, uno blanco y el otro negro, suspendidos en el nivel de la pirámide correspondiente.
No, no es lo mismo, expresarlo como su eminencia Zafón, imprimido en forma de libro omnipresente, escrito  novela, que vivirlo y experimentarlo. 
Pensamientos que confluyen en historia paralelas de ladrones y policías, que juegan a policías. Relatos especulativos y detectivescos, enciclopedias de ficción entre la realidades... y la realidad del escritor, confirmación del destino. Conjugando espiritualidad, físico, metafísica, esoteria en los tomos de oficios y sus labores, gama y planos capaz que desarrolla el ser humano.

En aquella mesa,  en solemne estancia, cruzamos frases de antropología y arte de convivencia, nos llevaron a las culturas, caminos en la tierra, capítulos que se repiten, dábamos cuenta, de haber repetidores de curso en el andar cuando nó se camina, sin más historia que la realidad como ella misma, ni más auténtica que la  presente. Ni mucho menos de copias, ya estábamos bien dezpachados, eso sí, lo conseguido a progreso de buen provecho. Aquello era distinto, era opinar desde fuera pero con los partidos  jugados.

Entre tanto, proseguimos a plena conversación, y por la siguiente, sería conveniente un buen vino excelente. Nos miramos los cuatro en un intenso instante. 
¡Lo conseguimos! Lo conseguimos con el Maestro, el maitre nos puso la botella aquella de las telarañas porque le salió de dentro, enmarcada en la hornacina del salón comedor, sabe Dios a quien la tendría reservada .
¡Si señor! En buena democracia, a niveles de grandes personajes, historiadores y pregoneros.  Allí cabíamos todos en alternancia, frases Hispano-Germanas encima de la gran mesa, la de aquel día, con el apreciado Maestro y compañía, a excepción de la regla, que también estaba dentro, tanto tiempo sin saberlo...todo estaba en presente, todo un placer aquel exquisito vino en compañía a todo privilegio.
Es cierto que hubo grandes diarios, acorde a vidas heróicas y vivencias, reliquias, todo tan relativo, o nó. A sentido que se le ha prestado, en atención y proporción, presto riesgo en cuestión de las recopilaciones, las que quedaron fuera de catálogos para aparecer después como especies nuevas, estaban en ausencia de catalogador, vivían sólas, ó solas bien acompañadas, descatalogadas pero a presentes sin pasado ó presentables a impresentes de buen pasado.
Aquel día nos volvió a sorprender a presente el gran Maestro {aunque ya nos había sorprendido, sus actitudes inamovibles, fiel a sus principios, aparecía con todos sus extras en oportunos y grandes momentos}. Nos volvió a sorprender.., sacando su lado metafísico, entre otros...,aquel ser humano.
Según hoy recordando.... me inventé un gazpacho en honor de alto recuerdo, con ingredientes compatibles y todos los elementos nutrientes de la tabla periódica, de los que no te dejan el estómago retinto, claro está, que tuviera buen sabor, a buena receta de las que nó se regalan.  Le puse nombre de gazpacho Teidetano, que está que se sale, con ingredientes del secreto de la pirámide. 
Sólo sé que el Maestro sólo bebía agua mineral e infusiones herbáceas, y cuando notó la pesadez en el estómago de los compuestos del gazpacho convencional, se enfadó aquel día del Teide, se enfadó con el gazpacho fresco. Entre bromas, risas y retahílas a lo fresco, la cuchara  se iba doblando como mantequilla según se iba presentándose, tomándo forma de L. La dobló con la mente. Quedamos todos embobados, fríos de hielo..... la misma cuchara de la cubertería según presidía la mesa, según le había tocado.  El restaurante del Parador nacional desde hoy contaría una cuchara de menos. El Maestro, hizo otra vez de las suyas, le cogió de guasa.
  El mío me salió extraordinario.